La afrenta cometida al
compañero Evo el día martes de la semana pasada por los estados europeos de
Francia, Italia, España y Portugal, es la más incontrastable prueba de la
decadencia de ese continente.
La pusilanimidad y la
espantosa debilidad demostrada por los gobiernos de estas naciones no nos dejan
dudas, acerca de que se trata todo esto.
Mas allá de las
orientaciones diversas (o no tanto) de esos gobiernos, hubo un acuerdo tácito
de impedir que el avión presidencial boliviano siguiera su curso, en una
maniobra clara de coerción inadmisible en estos niveles, al obligar a la nave a
repostar en un aeropuerto no previsto. Y ya en el colmo de la arrogancia y la
impertinencia el gobierno del corrupto y hambreador de su propio pueblo Mariano
Rajoy, envía a su embajador en Viena a “inspeccionar” el avión, que es de
inmunidad territorial boliviana en un aeropuerto de la República de Austria,
algo así como una misión de inteligencia al estilo James Bond.
¿Y si llevaba al perseguido
Snowden en su avión, qué? nada se lo impedía. Podría llevar a Bin Laden
redivivo o al mismísimo Lucifer. Es un soberano de una nación soberana en su
avión soberano, y puede dar a asilo a quien quiera.
No nos detendremos aquí a
poner acento en la gestación de este bochorno, ahorraremos las diatribas contra
el Imperio, nos interesa mas señalar quizás con algo de tristeza lo bajo que
han caído las naciones latinoeuropeas, que hoy se someten al dictado del poder
financiero y al FMI, como otrora lo hiciéramos los países de América Latina.
Estas cuatro naciones, con
un pasado colonial que no es para enorgullecerse, pero con una potente cultura
de la cual nosotros somos herederos, no han querido resistirse ni un poco a su
amo espiador, en un claro caso de síndrome de Estocolmo. Se han convertido en
los nuevos países bananeros, sin soberanía, regidos por mandatos
extraterritoriales y sometidos al poder económico más feroz.
Las quejas expresadas 48hs antes
por los popes europeos al conocerse, por Snowden (que no es un “topo” si no una
persona que queriendo servir a su patria se dio cuenta de la monstruosidad del
sistema que operaba y tuvo el arrojado acto de dignidad de contar la verdad),
suponían un real enojo contra los EEUU, pero parece que su calidad de serviles
vasallos pudo mas y la expresión “¿cómo se atrevieron?” se tornó “si señor, si
usted lo dice”
Que horror… ya ni siquiera
tienen un Jean Paul Sastre para condenar moralmente esta burda ignominia.
Asi les está yendo y así les
va ir, a Sudamérica esto no se lo hace gratis, ya verán.
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