miércoles, 16 de noviembre de 2016

Nobleza obliga

Cometimos un error al publicar un texto cuya autoría adjudicamos a Paco Urondo y cuya pertenencia es de Alejandro Robino, dramaturgo, director teatral, docente y seguramente compañero, a quien pedimos las disculpas del caso, amigo en común de Omar Quiroga. Dudamos cuando leimos "cuidemos a los pibes que querran podarlos" no era una terminología de los 70, pero la verdad no lo chequeamos. Grata fue nuestra sorpresa al ser el mismo Alejandro que pidiese nos rectificasemos e incluso respetemos el formato original. Por todo esto y considerando de suma valía el mensaje lo publicamos nuevamente, incluso con la imagen usada en facebook por su autor. Abrazo sabalero y peroncho.


INSTRUCCIONES PARA CAPEAR EL MAL TIEMPO

En primer lugar, no se desespere y en caso de zafarrancho
no siga las reglas que el huracán querrá imponerle. 

Refúgiese en la casa y asegure los postigos una vez que todos los suyos estén a salvo.

Comparta el mate y la charla con los compañeros, 
los besos furtivos y las noches clandestinas, con quien le asegure ternura.

No deje que la estupidez se imponga.

 Defiéndase.

 A la estética, ética.

Esté siempre atento. 

No les bastará empobrecerlo y lo querrán someter con su propia tristeza. 

Ríase estentóreamente. 

Mófese: la derecha está mal cogida.

Será imprescindible cenar juntos cada día hasta que la tormenta pase.

Son cosas simples, sencillas, pero no por ello, menos eficaces.

Diga hacia el costado buen día, por favor y gracias.

 Y la concha de tu madre cuando lo soliciten desde arriba. 

Tírele con lo que tenga, pero nunca solo.

Ellos saben cómo emboscarlo en la desprevenida soledad de una tarde.

Recuerde que los artistas serán siempre nuestros. 

Y el olvido será feroz con la comparsa de impostores que los acompaña.

Todo va a estar bien si me hace caso. Sobreviviremos nuevamente,
estamos curtidos.

 Cuidemos a los pibes que querrán podarlos.

Solo es menester bien pertrecharse y no escatimarnos amabilidades.

Deberemos dejar a mano los poemas indispensables, el vino tinto y la guitarra.

Sonreírles a nuestros viejos como vacuna contra la angustia diaria.

Ser piadosos con los amigos. 

No confundir a los ingenuos con los traidores.

Y aún con estos, tener el perdón fácil para cuando vuelvan con las ilusiones forreadas.

Aquí nadie sobra. 

Y eso sí, ser perseverantes y tenaces, escribir religiosamente
todos los días, todas las tardes, todas las noches. 

Aún sostenidos en terquedades si la fe se desmorona.

 En eso, no habrá tregua para nadie.

La poesía les duele a estos hijos de puta.

viernes, 11 de noviembre de 2016

INSTRUCCIONES PARA CAPEAR EL MAL TIEMPO.


En primer lugar, no se desespere y en caso de zafarrancho no siga las reglas que el huracán querrá imponerle. Refúgiese en la casa y asegure los postigos una vez que todos los suyos estén a salvo. Comparta el mate y la charla con los compañeros, los besos furtivos y las noches clandestinas, con quien le asegure ternura. No deje que la estupidez se imponga. Defiéndase. A la estética, ética. Esté siempre atento. No les bastará empobrecerlo y lo querrán someter con su propia tristeza. Ríase estentóreamente. 
Mófese: la derecha está mal cogida. Será imprescindible cenar juntos cada día hasta que la tormenta pase. Son cosas simples, sencillas, pero no por ello, menos eficaces. Diga hacia el costado buen día, por favor y gracias. Y la concha de tu madre cuando lo soliciten desde arriba. Tírele con lo que tenga, pero nunca solo. Ellos saben cómo emboscarlo en la desprevenida soledad de una tarde. Recuerde que los artistas serán siempre nuestros. Y el olvido será feroz con la comparsa de impostores que los acompaña. Todo va a estar bien si me hace caso. Sobreviviremos nuevamente, estamos curtidos. Cuidemos a los pibes que querrán podarlos. Solo es menester bien pertrecharse y no escatimarnos amabilidades. Deberemos dejar a mano los poemas indispensables, el vino tinto y la guitarra. Sonreírles a nuestros viejos como vacuna contra la angustia diaria. Ser piadosos con los amigos. No confundir a los ingenuos con los traidores. Y aún con estos, tener el perdón fácil para cuando vuelvan con las ilusiones forreadas. Aquí nadie sobra. Y eso sí, ser perseverantes y tenaces, escribir religiosamente todos los días, todas las tardes, todas las noches. Aún sostenidos en terquedades si la fe se desmorona. En eso, no habrá tregua para nadie. La poesía les duele a estos hijos de puta.

Alejandro Robino