domingo, 24 de marzo de 2013

UN DÍA, 2812 NOCHES


Ese día fue miércoles, amanecimos como todos los argentinos con la noticia del asalto al poder de las FFAA por enésima vez.
Por la radio martilleaba el comunicado maldito.
Fuimos a trabajar, la calle estaba tranquila. Un silencio flotaba en los ánimos de los pasajeros del tren. Los obreros se veían apesadumbrados, los empleados que viajaban hacia el centro estaban mas animados, portando comentarios del estilo: “y esto no podía seguir así”, “había que poner orden”.
La noticia del cierre provisorio del las universidades, despejaba, paradójicamente nuestras perspectivas inminentes. En Retiro había despliegue de la Federal y el Ejército.
Nuestro sentimiento profundo era de desesperación. No podía haber sorpresa, pero la hubo igual. Es que hasta ese momento y desde la muerte del Viejo, hubo en nosotros más bien esa torpe esperanza que lo que ahora estaba sucediendo no iba a suceder.
Era un día gris.
Con muchos compañeros se venía discutiendo cual era el camino correcto frente al gobierno de Isabel. Faltaba sólo un año para las elecciones, había que llegar. Nuestro accionar político estaba casi paralizado, algo desorientado desde esa fría tarde de Julio del 74.
Ahora imaginamos que esas elecciones, con el peronismo dividido, quizás las hubiera ganado Alfonsín, cuya imagen ya era potente por entonces. Parece un delirio, pensar que se hubieran ahorrado 30 mil muertos, 30 mil millones de dólares de deuda externa y la quiebra de buena parte de la industria.
Pero claro que los enemigos tenían otros planes, bien concretos, bien delineados. El gobierno de Isabel era malo, había vía libre para las tres A, desorden económico, censura y represión. Pero no cayó por eso, no lo echaron por lo que hacía mal, si no por lo que tenía de bueno: por la defensa de los sindicatos y del poder adquisitivo del salario, que estaba indexado, por las nacionalizaciones de las estaciones de servicio y de las industrias proveedoras de EnTel, por las jubilaciones de los autónomos, por las retenciones agropecuarias, por el control de cambio y la nacionalización de la banca. Nunca jamás el poder económico asalta las instituciones para “mejorar” la vida de los pueblos, si no para mejorar SUS negocios particulares, para continuar con sus privilegios y prebendas, o a restituirlas cuando se las quitó antes.
Los días previos, en los medios, sólo se hablaba del precio del dólar en el mercado negro. Como ahora.
Una de las primeras medidas de la Junta Militar fue congelar los salarios, lo que provocó una caída del poder adquisitivo del 30%, que fue el índice inflacionario de ese fatídico marzo. Ese nivel de ingresos recién se empezó a recuperar treinta años después. También treinta años después se recuperó la justicia y se pudieron juzgar a los genocidas y cómplices y sólo treinta años después se pudo aliviar el peso monstruoso de la deuda que arrancó con el proceso.
Y aún falta devolver la identidad a 400 argentinas y argentinos.
Como se ve, todavía estamos padeciendo ese terrible día gris de Marzo….

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