EL REVOLUCIONARIO PLAN DE OPERACIONES
DE MARIANO MORENO
Escrito por Norberto Colominas
Viernes, 09 de Abril de 2010 18:45
Esta mirada es
decididamente favorable a la obra y espíritu de Mariano Moreno y, por
tal razón, opuesta a Cornelio Saavedra, aunque ese no sea el punto
central del artículo sino el llamado Plan de Operaciones descubierto en
el Archivo de Indias por Eduardo Madero, el mismo que impondría en
Buenos Aires un puerto en el lugar equivocado. Y que tras el hallazgo lo
primero que hizo fue informarlo a su protector Bartolomé Mitre, el
redactor de la historia oficial , que escamoteó el documento como hizo
con otros en desmedro de la verdad. El extenso trabajo que aquí se
ofrece expresa el sentido revolucionario americanista de Moreno en la
misma línea de sus grandes hombres como Belgrano, Artigas y San Martín,
exactamente lo contrario de lo expresado por Rivadavia, antes de Juan
Manuel de Rosas y por Mitre, después.
Por Norberto Colominas
A
fines del siglo XIX un ingeniero e investigador argentino, Eduardo
Madero, quien estudiaba en el Archivo de Indias en Sevilla la historia
del puerto de Buenos Aires, encontró por casualidad un documento que
cambiaría la mirada sobre la Revolución de Mayo, su carácter y la
significación más profunda de los hechos. Ello habría de modificar
sustancialmente la opinión sobre elpensamiento y la influencia de uno de
nuestros héroes mayores: Mariano Moreno.
Dicho
documento se denomina "Plano que manifiesta el método de las
operaciones que el nuevo gobierno provisional de las Provincias Unidas
del Río de la Plata deve poner en práctica hasta consolidar el grande
sistema de la obra de nuestra livertad e independencia" (1).
El
ejemplar hallado era una copia manuscrita del original redactado en
1810 por Moreno, por encargo de la Primera Junta de gobierno, que en
sesión secreta del 15 de julio de 1810 había aprobado un pedido del
general Manuel Belgrano para preparar un plano (plan) de operaciones que
hiciera frentea la grave situación que se cernía sobre la Revolución.
El 27 de junio el diario La Gazeta había
reclamado acciones punitivas para desbaratar la contrarrevolución que
se reagrupaba en Córdoba, bajo el mando de Santiago de Liniers, a la
espera de refuerzos realistas que debían llegar desde el Alto Perú. El
28 de julio Moreno firma la orden de fusilar a Liniers y demás
cabecillas de la sedición "allí donde se los encontrase" y el 26 de
agosto Domingo French fusila a Liniers por orden personal de Castelli.
Luego del pedido de Belgrano la Junta encargó a su secretario de Guerra,
Mariano Moreno, la redacción del plan.
El
30 de agosto Moreno finalizó su redacción y el plan fue aprobado por
unanimidad de la Junta en sesión secreta una semana después. El 12 de
septiembre Moreno impartió las órdenes secretas a Castelli para que se
hiciera cargo del Ejército del Norte, arrestara y fusilara a los
contrarrevolucionarios de Potosí y el Alto Perú, y marchara hasta Lima.
El
7 de noviembre el plan comienza a dar frutos y las fuerzas patriotas
derrotan a los realistas en Suipacha. El 15 de diciembre Balcarce,
cumpliendo las órdenes de Castelli y Moreno, fusila a Nieto, De Paula
Sanz y Córdoba, jefes de la represión a los levantamientos altoperuanos
de 1809 y brutales esclavistas de indios. Pero el 18 de diciembre el
Jefe de la Primera Junta, el terrateniente, encomendero y propietario de
minas de Potosí Cornelio de?Saavedra logra derrocar a Moreno, quien
será envenenado en alta mar cuatro meses después, en marzo de 1811,
mientras surcaba el Atlántico en viaje oficial a Londres. Saavedra lo
había mandado a la muerte.
* El secreto mejor guardado
Sabedor
de la importancia que poseía el documento hallado, Madero lo envió al
general Mitre, quien por entonces se hallaba escribiendo sobre Moreno.
La existencia de dicho plan --hasta entonces minuciosamente ocultado por
Mitre, Vicente Fidel López y el Deán Funes- trastocaba toda la
ideología escrita como historia argentina por los vencedores de Caseros y
particularmente por los de Pavón.
El
contenido del plan negaba toda la construcción teórica realizada por el
genocida del pueblo paraguayo y de los paisanos federales. Negaba todo
sentido a la línea Mayo-Caseros urdida por Mitre y Sarmiento y destruía
un falso icono de la historiografía de los vencedores de la nación
federal.
Por el contrario,
el plan vinculaba mucho más a la Revolución de Mayo con el accionar de
San Martín en Mendoza, en Chile y en el Perú y especialmente con el
gobierno de Juan Manuel de Rosas, al punto que? os de los más estrechos
colaboradores de Moreno, su hermano Manuel y el general Tomás Guido
(éste, después, secretario privado del general San Martín) serían a su
vez estrechos colaboradores de Rosas durante todo su gobierno.
Hablamos
de Rosas, a quien San Martín le obsequiara su sable antes de partir
definitivamente al exilio voluntario en Boulogne Sur Mer, Francia. Estos
datos son sistemáticamente ocultados por la historiografía liberal. El
plan negaba de cuajo el anatema colonial de civilización o barbarieinventado
por Sarmiento, el primer Alberdi, Echeverría y los asesinos de Dorrego.
Por el contrario, ubicaba a Moreno como un claro antiliberal y un
americanista convencido, y por ello antibritánico, proteccionista,
popular e indigenista.
El
mismo Moreno que proponía sumar a la revolución a José Gervasio de
Artigas (jefe de los gauchos e indios orientales) y a los guaraníes, era
partidario de utilizar el rigor revolucionario para enfrentar al terror
contrarrevolucionario. Terror del que Moreno había sido testigo cuando
la brutal represión que siguió al levantamiento del inca Túpac Amaru,
continuado luego con la represión a Túpac Katari y por la forma terrible
con que el virrey Abascal había aplastado la Revolución de La Paz de
1809.
Conocedor entonces de
la barbarie imperial española, Moreno respondía con el rigor
revolucionario al mejor estilo de Cromwell y Robespierre.
* El 'extravío' de Don Bartolo
La
aparición del plan revolucionario de Moreno trastocaba toda la
construcción ideológica de Mitre. El general --uno de los pocos
vencedores-historiadores, que dejara un diario, La Nación, para cuidar
el futuro de sus ideas- no era partidario de los discursos apologéticos,
irracionales y falsos al estilo de Sarmiento, quien inventaba defectos
inexistentes en sus enemigos. Tampoco utilizaba el sistema de Vicente
Fidel López, que hallaba oportunos documentos para justificar sus ideas a
veces elitistas y a veces simplemente portuarias, pero siempre
racistas.
El general Mitre
quería ser más serio y si bien sostenía suelto de cuerpo ideas tales
como que la "raza criolla en la América del Sud, elástica, asimilable y
asimiladora, es un vástago robusto del tronco de la raza civilizatoria
índico-europea a la que está reservado el gobierno del mundo." (2), no
estaba en condiciones de negar la autenticidad del documento. Por haber
sido el vencedor de la larga guerra civil iniciada luego del
derrocamiento de Moreno, dispuso seguramente de mucha documentación
--negada a la posteridad- que probaba la existencia de dicho plan. Obró
entonces de la manera elegante que le era característica. Simplemente
'extravió' el manuscrito y por ende no pudo citarlo ni opinar sobre él.
No sería la única vez que el astuto Don Bartolo extraviara documentación
importante.
Cuando muerto
San Martín, su yerno, Mariano Balcarce, enviara a Mitre un baúl con
todos los documentos que el Libertador dejara sobre su relación con
Bolívar, su gobierno del Perú y la histórica entrevista de Guayaquil,
con expreso pedido de que se publicara después de su muerte, el general
Mitre también 'extravió' esa información tan valiosa.
Dichos
papeles fueron reconstruidos en parte por los historiadores a partir de
la correspondencia entre los Libertadores, las opiniones de Bolívar, de
Monteagudo y particularmente las de Guido, quien se carteó de manera
regular con San Martín durante casi treinta años.
Esa
documentación negaba de cabo a rabo las tesis de Mitre y su Historia de
San Martín, a quien retrata como un prócer local que llevó la
revolución 'argentina y porteña' al resto de la América 'bárbara'.
* La traición de Buenos Aires
San
Martín decía seguramente lo que siempre había dicho y lo que en verdad
había ocurrido: su partida del Perú y la necesidad de entregar su
ejército a Simón Bolívar se debió principalmente a la traición de Buenos
Aires (es decir, del partido directorial-rivadaviano), opuesto a su
expedición al Perú y particularmente a conformar la columna que, al
mando del general Güemes, debía atacar por el Alto Perú en simultáneo
con el desembarco del Libertador en el puerto peruano de El Callao.
Eso
hubiera permitido liquidar de un golpe la guerra de la Independencia en
el corazón del poder español en América y recuperar para el Río de la
Plata las provincias altoperuanas, por entonces sometidas al genocidio
realista.
Ese era el inicio
del gran estado americano con base en el antiguo Incario, el plan
maestro de la Revolución de Mayo. El plan también desmentía que la
revolución fuera porteña, "civilizada" o "argentina", como sostenía
Mitre, sino americanista, mestiza y continental. Al igual que en el caso
de Moreno, los papeles de San Martín sostenían que ninguno de nuestros
próceres fundadores pensó jamás en las patrias chicas, esas que los
agentes del imperialismo británico tales como Rivadavia, Manuel J.
García, Mitre y Sarmiento construyeron sobre las ruinas de la patria
grande americana, concebida en el plan continental de Miranda e
impulsada a partir de la Revolución de Mayo por Moreno, Belgrano,
Castelli, San Martín, Bolívar, Monteagudo, Artigas, Güemes, Morelos,
Hidalgo, Dorrego y Rosas.
El
plan de Moreno y el recorrido militar de San Martín marcaban una línea
revolucionaria profunda, no reformista, y no sólo diferente sino opuesta
a la llevada adelante por el partido pro británico y unitario en sus
versiones rivadaviana, mitrista oroquista.
* Moreno sigue allí
El
conocimiento de ese documento fue negado por la historiografía liberal,
llegando al paroxismo con Ricardo Levene, en su momento presidente de
la Academia Nacional de la Historia, quien ordenara realizar un estudio
grafológico --¡¡de una copia manuscrita!!- para demostrar lo que ya
había anticipado el propio Madero: que el documento encontrado por él
era una copia y que por lo tanto no había sido realizada por mano de
Moreno. Posteriormente, el hallazgo fue corroborado por copias similares
halladas en los EEUU y en Río de Janeiro, así como por múltiples
referencias a él que figuran en casi toda la correspondencia que
mantuvieron entre ellos los miembros de la Primera Junta y de la logia
revolucionaria.
El propio Alberdi señalaría que "el Plan de Moreno es un aporte de Buenos Aires a la revolución americana" (3).
Estas
circunstancias obligaron a la historiografía liberal a aceptar su
existencia. Pero lo hicieron a regañadientes, de modo que en la
enseñanza oficial no se lo menciona o bien se lo hace incidentalmente,
sin profundizar en la importancia de sucontenido.
Al
punto que los manuales de historia aún señalan que la pelea de Moreno
contra Saavedra, el Deán Funes y Rivadavia se debía al carácter
apasionado del secretario de guerra y no a los proyectos políticos
contrapuestos que estaban en juego y que el plan del secretario de la
Primera Junta había puesto negro sobre blanco.
El
plan proponía desde el vamos la construcción de una gran nación -toda
la América Española, desde el sur del Mississippi hasta el Cabo de
Hornos, tomando como base los casi mil años del Incario, las ricas
historias de mayas y aztecas y la cultura común o asimilable de la
mayoría de los pueblos americanos, con la inclusión de Brasil, previo
levantamiento de sus esclavos y sus criollos revolucionarios.
Era
el diseño de una nación poderosa, moderna, industrial, con la tierra
repartida democráticamente entre sus habitantes y con la explícita
dignificación de las masas indias y negras. El plan propiciaba la
eliminación de? odas las formas de esclavización de los indígenas, tales
como la encomienda, la mita y los obrajes, devolviéndoles a los pueblos
originarios sus derechos y tierras. Su propuesta de nueva nación
americana emancipada no dejaba duda alguna acerca de la decisión
irrevocable de romper con España (la invocación a 'La máscara de
Fernando' es un mero ardid para no enfrentar abiertamente al poder
español hasta poder elegir el momento y el lugar más conveniente para
hacerlo).
La propuesta
incluía?a negros, indios, mulatos, mestizos, gauchos y criollos por
igual. Y en eso?Moreno se instala en la vanguardia de su tiempo y del
mundo de entonces, apartándose incluso de la calificación de jacobino
que recibe de muchos de sus?bien intencionados defensores. Moreno y
nuestros?criollos porteños de la Logia Lautaro (Belgrano,
Castelli,?Monteagudo, Rodríguez Peña, French, Guido y Manue ?Moreno),
incluyendo al montevideano Artigas, proponían, inspirados en Túpac
Amaru, la igualdad de todos los americanos. Contemporáneamente, la
revolución norteamericana había garantizado los goces de la?libertad a
todos los ciudadanos, excepto a los negros esclavos y a los indios,
quienes no poseían derechos.
La
revolución francesa obró de igual modo. Los derechos eran para los
ciudadanos franceses -los patricios, los propietarios- pero no para los
pobres y mucho menos para los esclavos de las colonias, lo que dejó
sembrada la semilla para las nuevas revoluciones que se producirían
durante los siglos XIX y XX. Moreno y nuestros próceres americanos
proponían la igualdad real, partiendo de la base material de dicha
igualdad: la propiedad comunitaria de la tierra. En una sociedad agraria
como era entonces América del Sud, la única igualdad posible debía
basarse en la distribución de la tierra entre los ciudadanos.
La
burguesía comercial porteña, aliada con los ganaderos bonaerenses,
impediría una y otra vez, a lo largo de nuestra historia, cualquier
forma de distribución democrática del suelo. Se apropiaría
ilegítimamente de la mayoría absoluta de las tierras de la nación,
cerrando el camino al gran país pensado por Moreno.
A
dos siglos del plan, con el 50% de la tierra en manos de siete mil
(7.000) familias y empresas, y 20 millones de hectáreas en manos
extranjeras, la Argentina sólo tiene menos de 40 millones de habitantes.
Los EEUU, si bien distribuyeron sólo entre los blancos la tierra que
era de los indios, lo hicieron de forma mucho más democrática, y hoy se
aproxima a los 300 millones de habitantes. Moreno sabía lo que decía.
* La nación de Moreno
El
plan proponía un estado nacional poderoso que abarcara desde el Sur de
los EEUU hasta la Tierra del Fuego, enorme extensión que Francisco de
Miranda llamara Colombiae. Proponía expropiar las 150 principales
fortunas mineras -entre ellas las de ricos encomenderos y mineros como
Cornelio Saavedra- de Potosí y de todo el Virreinato para
"industrializar la nación". Proponía sublevar a los esclavos de Brasil,
anexando su territorio casi en su totalidad. A esta nación republicana,
libertaria y seguramente federal --si bien en el plan no figura esa
expresión- Moreno proponía sumar, en plano de igualdad, tanto a los
gauchos de Artigas como al pueblo guaraní.
A
los primeros les encomendará la sublevación de la Banda Oriental, por
entonces en manos realistas. Cuestión ésta la de Artigas y sus gauchos a
la que siempre se negaron los elitistas y racistas porteños, que
proponían, por el contrario, "no ahorrar sangre de gauchos".
De
haberse llevado a cabo el levantamiento del actual Uruguay cuando
Moreno lo propuso, en agosto de 1810, seguramente hubiera ayudado a
resolver en favor de las fuerzas patriotas la campaña militar de
Castelli en el Alto Perú. El plan proponía establecer una política
proteccionista y "vivir con lo nuestro" en el plano económico.
En?noviembre
de 1810 se prohibió la salida de oro y plata del Río de la Plata con
destino a Londres. Esto, sumado a la expropiación de las grandes
fortunas permitiría la creación de un estado nacional poderoso para
desarrollar la economía.
En
palabras del prócer: "las medidas a adoptar consistían en expropiar
quinientos o seiscientos millones de pesos en poder de cinco o seis mil
individuos, expropiación que beneficiaría a ochenta o cien mil
habitantes". Esa enorme suma de dinero en manos de una minoría "no puede
dar el fruto ni fomento de un estado, que sí lo darían puestos a
facilitar fábricas, ingenios, aumento de la agricultura, etcétera (...)
En esta virtud, luego de hacerse entender más claramente mi proyecto, se
verá que una cantidad de doscientos o trescientos millones de pesos,
puestos en el centro del estado para la fomentación de las artes,
agricultura, navegación, etc., producirá en pocos años un continente
laborioso, instruido y virtuoso, sin necesidad de buscar exteriormente
nada de lo que necesite para la conservación de sus habitantes, no
hablando de aquellas manufacturas que siendo como un vicio corrompido,
son de un lujo excesivo e inútil, que deben evitarse principalmente
porque son extranjeras y se venden a más oro de lo que pesan".
Moreno
encara?el problema central de la Revolución: poner en?movimiento y
transformar en generadoras de trabajo,?bienestar y riqueza colectiva las
cuantiosas?fortunas atesoradas por la minoría de monopolistas,
esclavistas y?usureros. De este modo la agricultura, la manufactura y la
navegación podrían desarrollarse y?el país se independizaría del
comercio?extranjero (5).
Moreno
fue derrocado apenas decretó la prohibición de salida de metálico con
destino a Londres por los intereses pro británicos expresados por
saavedristas y rivadavianos. Si bien alentaban buenas relaciones con
Gran Bretaña, los revolucionarios, que estaban obligados a aceptar el
dominio británico sobre los mares y el comercio mundial porque
necesitaban su apoyo para enfrentar a España, recomendaban cuidarse de
la ambición inglesa y tomar en cuenta su apetencia de dominio.
Con
una claridad que aún sorprende, Moreno estampó en el Plan el siguiente
comentario acerca de Inglaterra: "reconocemos en dicha nación, en primer
lugar, ser una de las más intrigantes por los respetos del señorío de
los mares, y lo segundo por regirse siempre todas sus relaciones bajo el
principio de la extensión de miras mercantiles, cuya ambición no ha
podido nunca disimularsu carácter" (8).
Ejemplifica
los peligros de dichas relaciones con la situación de Portugal respecto
de Inglaterra, la cual tiene a aquella "sometida a una vergonzosa e
ignominiosa esclavitud (...) que sus fines no son sino chupar la sangre
de su estado, extenuándolo de tal suerte que tal vez sus colonias
americanas se conviertan en inglesas algún día (...) Portugal se
desengañaráa costa de su sangre y destruirá su despotismo, regenerando
sus corrompidas costumbres y conocerá los derechos de la santa libertad
de la naturaleza" (8).
El
Gobierno de Buenos Aires debía impedir que Portugal conquistara "la
América del Brasil o la parte de ella que más convenga", y para ello
proponía "emprender la conquista de la campaña del Río Grande del Sur,
por medio de la insurrección, y los intereses que sacrificaremos con el
propósito de proteger la independencia y los derechos de su libertad"
(8).
* Castelli ejecuta el plan
El
plan es la base de la campaña militar de Juan José Castelli al Alto
Perú y su extraordinaria acción de gobierno desde La Paz y las
provincias altoperuanas.
Tal
vez junto al de Artigas, los más avanzados que hayan habido en América,
y más ambiciosos aún que la revolución mexicana, el peronismo, la
Guatemala de Arbenz, la Revolución Cubana o el Chile de Allende.
Castelli
dispuso la liberación de los?indios, el reparto de tierras, el cierre
de los obrajes, la eliminación de la mita y la encomienda; mandó
ejecutar a?los contrarrevolucionarios y explotadores, confiscó los
bienes de los 'godos' y promovió el?rescate de las culturas originales.
Su
proyecto era derrotar a las fuerzas realistas en el Perú y tomar Lima
para llegar a Caracas, donde entonces luchaba Francisco de Miranda a la
cabeza de la revolución venezolana. Esa intención (concretada años
después por Bolívar tras recibir el ejército de San Martín en Guayaquil)
señala fuera de toda duda cual era el plan continental y maestro de
laemancipación americana, que sostenían Castelli, su primo Belgrano, y
Moreno.
El primero y el
último habían sido compañeros en Chuquisaca cuando juntos defendían a
indios pobres y esclavizados en el estudio jurídico de otro gran
americanista, Esteban Agustín Gascón. Juntos visitaban en dicha ciudad a
otros dos célebres americanos: Manuel Ascencio Padilla y su esposa,
Juana Azurduy.
Castelli
mostró una ejemplar tenacidad para enfrentar a los enemigos internos de
la revolución como Saavedra, el Deán Funes y los rivadavianos (…). La
tenacidad e insistencia de Castelli, así como la acción política y
militar del general Belgrano --su defensa del norte del territorio del
contragolpe español, su propuesta del Rey Inca en el Congreso de
Tucumán- señalan que el plan era el proyecto de la nación americana,
explicitado por la Logia de Buenos Aires pero inspirada en la línea
mirandiana, tal como se lo trasmitiera Castelli en el Alto Perú a
sucolaborador Monteagudo y que luego éste discutiera en detalle con el
general San Martín.
Decía
entonces Castelli, al mando del ejército que estaba pronto a marchar
sobre Lima, en cumplimiento de las órdenes de Moreno y pese a la
oposición de Saavedra: "Toda la América española no formará en adelante
sino una numerosa familia que por medios de la fraternidad pueda igualar
a las respetadas naciones del mundo antiguo (...) Preveo que allanado
el camino de Lima, no hay motivo para que todo el Santa Fe de la Bogotá
(las actuales Colombia, Venezuela y Ecuador) no se una y pretenda que
con los tres, y Chile, formar una asociación y cortes generales para
forjar las normas de su gobierno". (6).
Luego
del asesinato de Moreno y la detención y muerte de Castelli, el Plan
sería abandonado por un tiempo. Lo retomaría después la Logia Lautaro, a
partir de octubre de 1812, tras la llegada del Libertador al país.
Antes, Tomás Guido y Manuel Moreno habían recibido a San Martín en
Londres, procedente de España, en la casa de Francisco de Miranda, donde
se hospedaran luego del asesinato de Mariano durante el viaje hacia la
capital británica.
Mientras
tanto, a los sesenta años de edad, el gran Miranda estaba dirigiendo la
revolución en Caracas. Derrocado Moreno y con Castelli vencido en
Huaqui, gracias al desvergonzado boicot de Saavedra y Viamonte --que
mantenían correspondencia con los jefes realistas, a quienes comunicaban
los planes de Castelli-, con Belgrano de campaña en el Paraguay (otro
error de Moreno, que envió al principal cuadro político-militar fuera de
Buenos Aires a enfrentar los justos reclamos localistas de Asunción),
en Buenos Aires gobernaba la contrarrevolución, primero saavedrista y
luego rivadaviana.
* Belgrano salva la revolución
A
poco estuvo la revolución deser destruida totalmente, de no ser por la
desobediencia de Belgrano a las órdenes liquidacionistas de Rivadavia,
quien lo intimó a bajar hasta Córdoba y así dejar libre el Nortea las
tropas de Abascal, que era exactamente lo que el Virrey del Perú
reclamaba. Planes que había conocido Belgrano en documentos secretos
capturados al enemigo y que lo decidieron a dar batalla en Tucumán y
Salta, desobedeciendo las órdenes del gobierno porteño.
En
orden a los ocultamientos y distorsiones de la historiografía liberal,
mencionemos a tres personalidades determinantes en el curso de la
independencia americana. El general Tomás Guido, que será la mano
derecha de San Martín durante toda la Guerra de la Independencia, su
principal consejero y lo que hoy llamaríamos "principal operador
político". Después, tras el autoexilio del Libertador, Guido se
convertirá en uno de los más sólidos pilares del gobierno de Rosas. El
otro gran continuador de plan --miembro prominente de la Logia Lautaro
creadapor Miranda- será Bernardo de Monteagudo, segundo de Castelli en
el Alto Perú hasta su detención por la contrarrevolución saavedrista.
Liberado de la cárcel realista, en Chuquisaca, en 1809, por el ejército
de Castelli, se convertirá junto a Guido, a partir de 1812, en uno de
los colaboradores políticos más estrechos de San Martín, primero, y de
Bolívar después, en el Perú.
Será
Monteagudo el redactor de las resoluciones de la Asamblea del año XIII y
de las actas del Congreso de Tucumán, tres años después.
De
su puño y letra se escribirá que nuestra Declaración de la
Independencia se hizo a nombre de las Provincias Unidas en Sud América y
no del Río de La Plata, como la tergiversará el mitrismo. De la misma
manera Monteagudo, San Martín, Belgrano, Bolívar--entonces desde
Jamaica- Guido, Manuel Moreno, Martín Güemes y Pueyrredón serán quienes
exijan que los Directores Supremos elegidos desde 1816 se denominen
Directores de las Provincias Unidas de Sud América y no del Río de la
Plata, como esgrimen falsamente Mitre, Paul Groussac, Vicente Fidel
López y Sarmiento.
Monteagudo
será asesinado en una calle de Lima por los intereses reaccionarios que
se daban por satisfechos con haberse desembarazado de la tutela
española y no querían profundizar ninguna revolución, y mucho menos una
que incluyera gauchos, indios, negros y mestizos.
En
una célebre proclama, y para el caso de que no alcanzaran los uniformes
para vestir a toda la tropa que se preparaba para cruzar Los Andes, el
mestizo San Martín propuso hacer la guerra "en pelota, como nuestros
paisanos los indios; seamos libres; lo demás nada importa" El tercer
entenado de la historiografía liberal, el más conocido de los tres y al
mismo tiempo el más desconocido) es Castelli, quien junto con Moreno y
Belgrano integró el núcleo duro de la Revolución de Mayo.
Entre
otras muchas cosas, fue también su primer jefe militar y "el más
peligroso tupamaro independentista", según lo calificaba la policía
secreta española ya en 1803 (4).
A
casi dos siglos de su muerte, el escritor Andrés Rivera le rindió
cumplido homenaje en su novela "La revolución es un sueño eterno".
Referencias:
1) Moreno, Mariano. El Plan Revolucionario de Operaciones. Editorial Plus Ultra. Buenos Aires, 1993 .
2) Mitre, Bartolomé. Historia de San Martín y la Emancipación Americana, 1887, capítulos 1 y 11.
3) Citado por Shumway, Nicolás. La Invención de la Argentina. Emecé, 1993.
4) Pigna, Felipe. Los mitos de la historia argentina. Norma, 2004.
5) Chumbita Hugo. Curso de Historia Argentina, Universidad Nacional de la Matanza, 2004, página 76.
6) Pigna, Felipe, ob. cit. Pág. 297.
7) Roca, Deodoro, Manifiesto Liminar de la Reforma?Universitaria. Córdoba, 1918.
8) Chumbita Hugo, op. cit. Pág. 37.
Título en el original: Mariano Moreno y el Plan Revolucionario de Operaciones.
Actualizado (Martes, 14 de Febrero de 2012 12:15)
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