Asi tituló algún periodista
“independiente” una nota referida al fin del kirchnerismo, no tenemos ganas de
buscar cuando ni en que medio, seguramente en el 2008, o 2009, o 2011 o 2013, o
esta semana, no importa, es lo mismo.
Pero ahora que dejamos el
gobierno en manos de nuestros peores enemigos, que nosotros mismos hemos inflado con el convencimiento de que no
podían ganarnos en las urnas, nos cabe hablar de “fin de fiesta”.
Porque estos doce años en
un amplio sentido, fueron una fiesta, una fiesta a la que se fueron sumando
sectores que la estaban pasando mal antes del 2003. Una fiesta popular donde
cada día nos reencontramos con nosotros mismos, con nuestras ideas, con nuestro
sentido de Patria, con nuestra historia, con viejos derechos perdidos y con
otros, nuevos, impensados años atrás.
En esta fiesta que termina
el diez de diciembre, entramos todos, los trabajadores, la industria, la
producción, la ciencia, la cultura, las minorías, los pibes, los jóvenes, los
viejos. Una fiesta donde tuvimos una participación única, siempre esperando los
discursos de Nestor y Cristina, los actos, las movilizaciones, los nuevos
anuncios, las condenas a los represores, la sanción de las nuevas leyes.
Una fiesta muy alegre, pero
muy consciente de lo que se estaba logrando, de los avances, de las
reivindicaciones, de la recuperación de la soberanía en todos los campos.
Y esta fiesta claro, ahora
si, termina. Es que estábamos haciendo mucho barullo y los vecinos de “arriba”,
nos mandaron a la
Metropolitana para que se acabe el festejo.
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