A fines de Octubre del 2011, luego del aplastante triunfo de Cristina en las elecciones presidenciales, todo parecía perfecto y flotaba en el aire una sensación de invencibilidad del Proyecto, expresada ésta en proclamas como Cristina 2015 o Cristina Eterna.
Pasados 2 años y 2 meses de ese histórico triunfo,
una serie de acontecimientos y realidades que no estaban en el tapete en aquel
2011, han venido a pincharnos lo que ya en ese momento, y por lo bajo,
llamábamos “la burbuja K”.
Enseguida de la victoria del 28 de Octubre,
empezaron las restricciones a la compra de divisas, forzadas por la creciente
fuga de dólares; la falta de control de las privatizadas nos estalló en la cara
con el accidente de Once, con la defección de YPF que nos obligó a importar
combustibles y a expropiar la empresa y con los serios problemas de las
distribuidoras eléctricas; la pérdida de las elecciones en Provincia de Buenos
Aires de la mano de un ex*kirchnerista, devenido en “hombre providencial”; el
consecuente abandono de la reforma constitucional y la incertidumbre de el o la
posible continuadora; la disminución significativa de las reservas
internacionales; la explosión de las redes de narcotráfico en Córdoba y Santa
Fé; las sublevaciones de la fuerzas de seguridad: primero Gendarmería y
Prefectura y luego la mayoría de las policías provinciales; y finalmente la afección de nuestra presidenta
que nos tuvo y tiene muy preocupados.
De estar orgullosamente a la ofensiva, comiéndonos
la cancha, pasamos a estar a la defensiva, teniendo que salir a explicar porque
un funcionario se puede ir a pasar fin de año a Río de Janeiro o porque
queremos evitar que el tomate suba de precio.
Creíamos, en Octubre de 2011, que el pueblo no se
dejaba llevar por el aparato mediático opositor, y que ya éste no podría
recuperar la iniciativa política… pero estábamos equivocados, el monstruo sacó a relucir armas nuevas y volvió a
dañarnos como lo hizo durante el 2008, imponiendo a una buena parte de la
población sus falacias, operaciones y
prolijos ocultamientos. Y así es que sigue construyendo sentido común,
afectando al gobierno, al país, y al bienestar general.
Desde el campo nacional y popular se alzan voces
reclamando cambios en la comunicación, se plantean diferencias en cuanto a si
debemos replicar las mentiras o ignorarlas (ver por ejemplo, 678 con Hebe), se espera impacientemente que Martin
Sabbatella apruebe o no los planes de adecuación de los multimedios, se reclama
periodismo de investigación del lado nuestro (lo hay, ver Tiempo Argentino y
sus notas, aquí el tema pasa por su real repercusión) , se dice que para qué cambiaron
algunos medios de dueño si todo sigue igual, y otras quejas y dudas por el
estilo… es decir hay movimiento, preocupación, discusión y eso es bueno, porque
no fue sano dormirse en los laureles y creer que todo iba bien, y que iba a
seguir bien por siempre.
Sabemos que cuando se encara un Proyecto de esta
magnitud, no hay camino tapizado de pétalos de rosa y las dificultades y
obstáculos a vencer son formidables. Así se avanza, a veces a paso acelerado y
otras incluso retrocediendo un tranco para tomar fuerzas. Sólo el temple y
convicción de los hombres y mujeres, que tanto desde la conducción como desde
el llano están comprometidos con este derrotero puede llevarnos hacia la
victoria en 2015. Y es en este punto donde la militancia debe sumar esfuerzos
sostenidos. No dejarse ganar por el pesimismo, no ignorar los problemas y no
dejar de estar muy alertas es hoy, nuestra hoja de ruta.
Más que nunca necesitamos corazones valientes.
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