miércoles, 23 de octubre de 2013

NO ES COMO ACÁ





Parafrasendo al triste slogan que pergeñó la dictadura en 1979 ante la llegada de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA nos animamos a afirmar:

Los argentinos no sé si somos derechos, pero somos humanos

Tres hechos ocurridos recientemente nos hacen reflexionar acerca de las virtudes que, por simple comparación, se pueden destacar de la ideosincracia argentina: el primero es la detención de los activistas de Greenpeace en el Mar Ártico, su reclusión en una cárcel rusa y el proceso por piratería que enfrentan 28 personas, entre ellas dos de nacionalidad argentina. Sabemos de que los rusos no son precisamente un dechado de delicadeza en este tipo de actuaciones (basta recordar las masacre del teatro de Moscú y la de la escuela de Breslán), conocemos también que Greenpeace utiliza carne de cañón para sus actividades de propaganda sin medir las consecuencias (no pueden ignorar que la Federación Rusa concibe al mar Ártico como “mare nostrum”), pero es indudable que si esta situación se hubiese dado en Argentina, los activistas hubieran sido liberados en pocas horas.
El segundo hecho es los lamentables naufragios ocurridos en el mar cercano a Lampedussa que costaron la vida de 366 personas, dejando al desnudo la criminal política de la Unión Europea hacia los inmigrantes, ya que es obvio que estos acontecimientos se pueden prevenir si hay voluntad de hacerlo. En 2011, mientras era atacada Libia, un barco de la OTAN ignoró un pedido de ayuda de una embarcación, violando así la ley universal del mar, con el resultado de 73 inmigrantes ahogados. Ahora además Italia judicializa a los sobrevivientes acusándolos de “inmigración ilegal”. Impensable que en nuestro país pueda darse semejante ignominia.
Y el tercer hecho, que también es por inmigración, es la política francesa hacia los que llegan al país galo en busca de una vida mejor; en primer instancia el ministro del interior Manuel Valls manifestó que los gitanos “no son como nosotros”, es decir son “de otra clase”, ¿qué habrá querido decir?... ¿que no son humanos, que son marcianos?, y se dedicó a expulsar a 5000 integrantes de esa comunidad histórica que quedaban en el país, entre ellos a dos estudiantes secundarios, porque son “ilegales” y ante las protestas de sus compañeros y de su comunidad, invita a la chica de quince años expulsada a volver a Francia, pero sin el resto de su familia (4 hermanos y su padre)…¡qué gesto!, ¿y donde va a vivir y quien va a mantener a esa niña sola, sin su familia?, lo mas terrible de esto es que este señor (del Partido Socialista, aclaremos), cuenta, según encuestas, con la aprobación de la mayoría del pueblo francés. Creemos que no hace falta aquí decir lo que pasa en nuestro país en contraste con esta situación, aunque exista una porción de dirigentes que repudie la inmigración.
Estas naciones que dicen ser civilizadas, algunas llamadas “faro de cultura”, la verdad es que con estas acciones, sólo pueden generar asco. Y en contrapartida generan orgullo de vivir en una tierra, donde mas allá de todo, campea un sentimiento humanitario evidente.
Y citando la muletilla del polémico Luis Solari: “no es como acá”.. decimos: ¡por suerte!


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