Parafrasendo al triste slogan que pergeñó la dictadura en 1979 ante la llegada de
Los argentinos no sé si somos derechos, pero
somos humanos
Tres hechos
ocurridos recientemente nos hacen reflexionar acerca de las virtudes que, por
simple comparación, se pueden destacar de la ideosincracia argentina: el
primero es la detención de los activistas de Greenpeace en el Mar Ártico, su
reclusión en una cárcel rusa y el proceso por piratería que enfrentan 28
personas, entre ellas dos de nacionalidad argentina. Sabemos de que los rusos
no son precisamente un dechado de delicadeza en este tipo de actuaciones (basta
recordar las masacre del teatro de Moscú y la de la escuela de Breslán),
conocemos también que Greenpeace utiliza carne de cañón para sus actividades de
propaganda sin medir las consecuencias (no pueden ignorar que la Federación Rusa
concibe al mar Ártico como “mare nostrum”), pero es indudable que si esta
situación se hubiese dado en Argentina, los activistas hubieran sido liberados
en pocas horas.
El segundo hecho
es los lamentables naufragios ocurridos en el mar cercano a Lampedussa que
costaron la vida de 366 personas, dejando al desnudo la criminal política de la Unión Europea hacia los
inmigrantes, ya que es obvio que estos acontecimientos se pueden prevenir si
hay voluntad de hacerlo. En 2011, mientras era atacada Libia, un barco de la OTAN ignoró un pedido de
ayuda de una embarcación, violando así la ley universal del mar, con el resultado
de 73 inmigrantes ahogados. Ahora además Italia judicializa a los
sobrevivientes acusándolos de “inmigración ilegal”. Impensable que en nuestro
país pueda darse semejante ignominia.
Y el tercer
hecho, que también es por inmigración, es la política francesa hacia los que
llegan al país galo en busca de una vida mejor; en primer instancia el ministro
del interior Manuel Valls manifestó que los gitanos “no son como nosotros”, es
decir son “de otra clase”, ¿qué habrá querido decir?... ¿que no son humanos,
que son marcianos?, y se dedicó a expulsar a 5000 integrantes de esa comunidad
histórica que quedaban en el país, entre ellos a dos estudiantes secundarios,
porque son “ilegales” y ante las protestas de sus compañeros y de su comunidad,
invita a la chica de quince años expulsada a volver a Francia, pero sin el
resto de su familia (4 hermanos y su padre)…¡qué gesto!, ¿y donde va a vivir y
quien va a mantener a esa niña sola, sin su familia?, lo mas terrible de esto
es que este señor (del Partido Socialista, aclaremos), cuenta, según encuestas,
con la aprobación de la mayoría del pueblo francés. Creemos que no hace falta
aquí decir lo que pasa en nuestro país en contraste con esta situación, aunque
exista una porción de dirigentes que repudie la inmigración.
Estas naciones
que dicen ser civilizadas, algunas llamadas “faro de cultura”, la verdad es que
con estas acciones, sólo pueden generar asco.
Y en contrapartida generan orgullo de vivir en una tierra, donde mas allá de
todo, campea un sentimiento humanitario evidente.
Y citando la
muletilla del polémico Luis Solari: “no es como acá”.. decimos: ¡por suerte!
No hay comentarios:
Publicar un comentario