domingo, 29 de mayo de 2011

¿QUÉ ES HABLAR DE POLÍTICA?

Estos últimos días salió a la luz un tema, motorizado por una polémica televisiva ya demasiado transitada, colocado en la mesa por boca de académica devenida en vocera de los intereses corporativos más reaccionarios, que más allá de su falaz enunciación es muy interesante de comentar.
Este tema podría resumirse así: “casi nadie habla de política en Argentina” o “la mayoría de los argentinos no habla de política”.
Pero veamos de que estamos hablando cuando decimos “política”.
Si la mimada señora (incluso por medios oficialistas) se refiere como “hablar de política” a discurrir, por poner ejemplos, sobre la vigencia del liberalismo decimonónico o las implicancias de la aplicación del socialismo real en la Europa del Este, o se refiere a dialogar sobre las negociaciones que dan fruto al armado de las listas de candidatos a legisladores, etc, etc, podríamos coincidir en que son temas e intereses que involucran a una minoría (que no nos atrevemos a mensurar) y que sólo en escasas ocasiones pueden llegar a transformarse en temas de trascendencia popular.
Pero hete aquí que las cuestiones mencionadas son sólo una parte de los que debemos llamar “la política” y no precisamente la más importante. Y esto es así porque si hablamos del precio de la mandarina, de lo sucia que está la ciudad, de que le robaron al quiosquero de la esquina, de que me aumentaron el sueldo, o el cable, si hablamos de que no tengo vacantes en una escuela, o de que el contrato de alquiler se vence y me lo van a actualizar, de lo bueno que es el canal Paka-Paka, de que hay una familia en mi cuadra que duerme en la calle, de que fui al hospital y esperé cinco horas a que me atendieran, si comento que fui a un recital gratuito que me gustó o que estoy aprendiendo a bailar folclore en un Centro Cultural, que conseguí un subsidio o una beca…todo eso es “hablar de política”, y como esto es así el 100% de los argentinos hablamos de política, porque es obvio decir que la política no es una ciencia para iniciados, ni para profesionales curtidos en comités si no que es sencillamente las consecuencias tangibles del accionar del Estado sobre los ciudadanos y viceversa, y la interacción de los mismos entre sí en el aspecto económico, social, laboral y comunicacional.
Conclusión: no nos dejemos embaucar por viejos procedimientos culturales surgidos de ideologías conservadoras que se resisten a ser removidos de las conciencias de los argentinos.

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