martes, 7 de diciembre de 2010

PINOLANDIA


En PINOlandia  las cosas se desarrollaron como sigue: hasta el año 1989 ese país era un paraíso, todo el pueblo vivía contento y feliz, no había pobreza, ni inflación, ni marginación, ni impunidad, ni corrupción, sobraba la energía, la infraestructura era estupenda y los abuelitos gozaban sanos de magníficos retiros. Pero hete aquí que un buen día -no sabemos bien por qué- se instauró el Menemato y toda esa maravilla se destruyó.
Pero por suerte el Menemato se terminó y vino a instaurarse el Alianzato, más, para sorpresa de todos, no hizo otra cosa que empeorar lo anterior, y ido éste sobrevino el Bonaerensato que no supo bien que hacer con todo este lío así que le dejo el gobierno al Kirchnerato, régimen que impera allí desde hace siete años. Pero parece que PINOlandia está maldita porque todo sigue arruinado, con regímenes siempre de “re-derecha” y donde cada vez es más utópica la vuelta a ese glorioso pasado preochentaynuevezco, al que PINO evidentemente desea regresar, ya que nunca se escucha de su boca algún análisis crítico de cómo era antes el país.
Todo este increíble derrotero está iluminado y nos es relatado por la sapientísima mirada y palabra del inefable guía PINO, que a pesar de que esa tierra lleva su nombre, jamás ocupo cargo ejecutivo alguno -más hubiera aceptado gustoso una cartera de cultura en el Menemato, no obstante que desde el primer día de ese régimen quedó claro que iba a destruir toda la maravillosa vida anterior- y por lo tanto todos sus recursos son puramente retóricos.
A PINO, como a cualquier habitante de esa desdichada tierra, las convicciones se le vienen empañando aceleradamente y es muy comprensible: es difícil ser guía allí. Parece que defiende denodadamente las empresas estatales que abundaban en la época paradisíaca, pero no es tan efusivo para con las de reciente creación o las que se han recuperado. Se muestra además muy preocupado por el medio ambiente, pero en el año 2008 no se percató de que era bueno frenar los cultivos de soja -tan glifosateados ellos- y no apoyó al conjunto de compatriotas que bregaban por ello. Tampoco se entusiasmó demasiado -o nada- con la política internacional del Kirchnerato, a pesar de que es exactamente la que siempre pregonó por contradicción a la del Menemato. Y tan siquiera se le movió un pelo cuando esa política internacional dio como fruto el acceso del país a la mayor reserva de petróleo -tema del cual PINO no se cansa nunca de hablar- del mundo.
En fin, parece que PINOlandia va a seguir de mal en peor, por lo menos por un año mas, - aunque los guías Biolcattigrondonescos, amigos de él, auguraban plazos mas breves- hasta que las luchas de PINO y otros muchos coterráneos den por resultado la instauración del Carriocobomacriato, sistema que repondría para siempre el paraíso perdido.

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